miércoles, 13 de mayo de 2009

Filosofía 1. Por el Hilo Conductor

En cierto punto algo debió surgir de… ¿nada?


Hoy es uno de esos días lluviosos del año. El regreso del instituto a la casa se me ha hecho interminable, como si viviera en los confines del mundo y la distancia entre mi vida laboral y personal creciera infinitamente.




Me gusta contemplar el paisaje; a través de la ventanilla observo las gotas de lluvia que bañan la vegetación. Es curioso ver como las plantas están tan llenas de vida en esta época del año. Cuál será la causa de que tantos kilos y kilos de verde materia vegetal empiecen a brotar, crecer y renovarse a borbotones de la tierra inanimada en cuanto las temperaturas suben y desaparecen los últimos vestigios de la lluvia…


Después de una larga jornada de trabajo leo en el periódico un artículo sobre androides. Plantea que el cerebro humano es muy parecido a un sofisticado computador. No estoy muy de acuerdo con eso. Me parece que un humano tiene que ser algo mucho más complicado que un aparato con inteligencia artificial. Aunque en algunos centros se estén desarrollando dispositivos biónicos que ya imitan muchas características del ser humano, hacer de un androide un ser realmente autónomo, pensante y con cualidades innatas humanas, se nos pierde de vista en el horizonte del conocimiento actual.


Por otro lado, la inmensa mayoría de la gente vive atrapada en viejas costumbres y tradiciones, condicionada, repitiendo los hábitos que desde su infancia se les ha inculcado para su diaria subsistencia; desde que despiertan sus rutinas están cíclicamente preestablecidas según sea su estatus, según lo culturalmente aceptado, lo apropiado para su edad, lo legal, lo moralmente correcto, lo que se espera de ellos como individuos... Sin saberlo, han sido programados como androides con precisas instrucciones de vida, sometidos a designios mercantiles, religiosos, mediáticos...


En función de esos patrones de vida prestablecidos, una minoría decide por todos las conductas a seguir: dónde comer, cómo vestir, el tipo de bienes y servicios que se han de disfrutar para ser considerado o no siquiera un individuo, una persona exitosa o socialmente aceptable, a la moda, dentro del estatus, como si realmente hubiese especies especiales.


Si tienes, eres... ¿Eres qué? ¿Una combinación de marcas impuestas, de trazas, de huellas indelebles? ¿Un androide más?




Qué interesante! Como que es más sencillo transformar un ser humano en un autómata, que convertir un androide a la condición humana.


Sonó el timbre del celular, llegó un mensaje de texto… Es sólo una pregunta:


"¿Quién eres tú?"


No sé quién lo ha enviado, ¿Es una pregunta para mí? ¡Qué extraño!!!


¿Quién soy 'eso' denominado "Yo"?


La verdad es que, si me pongo a pensarlo, no lo sé. Soy alguien, naturalmente. Aunque no me haya propuesto averiguarlo del todo, en realidad no sé quién soy y no deja de inquietarme. Mi nombre, deriva de un supuesto bautismo, un registro civil, un número en la cédula. ¡Un número más!


¿Si me llamara de otro modo? En ese caso ¿sería otra persona?


Trato de imaginar que extiendo la mano, presentándome con otro nombre, pero de nada me sirve.


— Mucho gusto! Digo ante el espejo.


Todo el tiempo es otra persona la que se presenta. El reflejo en el espejo no contesta ni con el más leve gesto. Haga lo que haga, la imagen hace exactamente lo mismo que yo. Trato de anticipármele con un veloz movimiento, pero la imagen es igual de rápida.


—¿Quién eres tú? Pregunto.


Tampoco obtengo respuesta. Mas, por un instante dudo de si he sido yo, o la imagen quien ha formulado la pregunta.




preto el índice contra la nariz reflejada en el espejo y digo:


—Tú eres yo.


Y al no recibir respuesta alguna, doy vuelta a la afirmación:


—Yo soy tú.


Vuelvo a mirarme… La verdad es que nunca he estado muy conforme con mi apariencia; a veces pienso que me ha tocado una tan rara, que me pregunto si no habré nacido de manera maltrecha. He escuchado algunas veces hablar sobre partos difíciles y me pregunto: ¿Es realmente el parto lo que decide el aspecto que uno va a tener?


¿No resulta extraño que, precisamente, ni siquiera sepa quién soy yo? ¿No es también injusto que no pueda decidir mi propio aspecto? Simplemente vine al mundo así como así. Cuando mucho, podré elegir mis amigos, pero no pude elegirme a mí mismo. Nadie decide nacer hombre o mujer. Ni siquiera tuve la oportunidad de optar ser o no ser humano, o de vivir en otro tiempo, o en otra galaxia... la Vía Láctea, hasta donde se sabe, pareciera ser la única con luz verde para tener vida, tal como la conocemos.


¿Y qué es realmente ser humano? Me pregunto.


"Mejor sigo con mis labores…" digo, como queriendo disculparme conmigo.


Tengo de repente esa extraña sensación, como si fuese una marioneta que por arte de magia cobrara vida. ¿No es extraordinario estar en el mundo y poder caminar en él, como en un cuento fantástico donde mi gato se acerca lentamente saludando?




Mi gato virtual es un animal muy vivo, desde sus blancos bigotes hasta su cola juguetona al otro extremo de su estilizado cuerpo. El también se encuentra aquí, pero obviamente no está consciente de ello, ni de la realidad virtual desde la que lo estoy mirando.


Conforme voy meditando sobre mi existencia, se me ocurre pensar que no me quedaré aquí eternamente. Ahora estoy en el mundo, pero sé que algún día voy a desaparecer... ¿Del todo…?


¿Habrá alguna forma de vida más allá de la muerte? Seguramente, mi gato también ignora por completo semejante cuestión.


¿No resulta injusto que en algún momento la vida se nos acabe?


De pie, aquí ante el espejo, reflexiono. Intento pensar intensamente en mi existencia y de esa manera olvidar que no me quedaré aquí para siempre. Pero me resulta imposible. En cuanto me concentro en el hecho de mi existencia, inmediatamente me sobreviene la idea del final de mis días. Y lo mismo ocurre a la inversa, cuando me sobreviene la fuerte sensación de que desapareceré algún día del todo, capto lo inmensamente valiosa que es la vida; como dos caras de una moneda a la que doy vueltas constantemente. Cuanto más grande y nítida veo una de ellas, más potente y transparente veo también la otra.



La vida y la muerte lucen entonces como dos fases de un mismo fenómeno. No me es posible percibir la sensación de existir, sin sentir simultáneamente la sensación paralela de que voy a morir. De la misma manera, me resulta prácticamente imposible pensar que voy a morir en algún momento, sin pensar al mismo tiempo en lo extraordinario que es la vida… Ciertamente, son como dos fases que se solapan, la una sobre la otra, en un ir y venir.


Caray! Mientras vivo muero… No había caído en semejante dialéctica… Hasta ahora no había pensado en lo valioso que es vivir al ir tomando conciencia de todo esto.


¿No es triste que la mayoría de la gente tenga que enfermar de gravedad o tener un accidente para darse cuenta de lo interesante que es vivir? ¿Por qué esperar a que les pase algo que les impacte, para entonces pasar a darse cuenta de estas cuestiones?


¿Qué es realmente el Cosmos?


Un nuevo mensaje ha llegado a mi celular. Intrigado lo leo, es otra pregunta:


"¿De dónde viene todo?"




No tengo ni la más remota idea. Será posible que nadie sepa a fondo resolver semejante ¿acertijo? ¿Acaso el mundo que percibimos proviene de algo distinto de nosotros mismos, sus humanos hacedores?


¿Pero el todo… la totalidad? La pregunta es válida. Por primera vez en mi vida pienso que no tiene justificación alguna vivir en este mundo, sin uno mismo preguntarse de dónde viene todo esto.


Los extraños mensajes me han causado una ansiedad tal, que decidí subir a mi estudio, donde suelo meterme a realizar mis tareas y a reflexionar, o si ando preocupado. Aunque hoy sólo me encuentro en medio de un desconcierto no muy usual que se diga.


Cada vez que estoy aquí sentado, enciendo mi computador y navego por la red. Me conecto con tantos sitios y mundos posibles, como si viajara por el espacio con plena libertad en una nave con visión panorámica sin fronteras, sin barreras de idiomas, de dogmas o saberes; por el vecindario virtual… como un cyber, construyendo y diseñando mi propio ser. Cyber… "Puedes llamarte así, si quieres…". Pienso.




Si me imagino todo cuanto existe, veo que no es enteramente una cosa en sí, sino un inmenso conglomerado de objetos que parecieran existir desde siempre en constante transformación.


Pero, desde el planeta Tierra, luce entonces como algo que no siempre ha existido y su origen en este sistema solar, me plantea interrogantes que se vienen respondiendo a lo largo de los siglos, cada vez con más precisión, debido a la exactitud que nuestra inteligencia demanda, venciendo y descartando a través de su historia, dudas e incertidumbres. Por ejemplo, sé concretamente que la Tierra no es sino uno más entre los millones de planetas que flotan en el inmenso espacio sideral.


¿Y el espacio sideral es algo que existe desde siempre? De ser así ¿para qué buscarle procedencia a un enlazamiento de procesos que constantemente se van abriendo y cerrando sucesivamente ¿Acaso puede el espacio haber tenido un origen? Algo dentro de mí se resiste a creer eso.


Si me ciño a la pregunta, todo lo que existe tendría entonces un comienzo… ¿no?


De igual manera puedo pensar que todo ha de tener un final. Pero, resulta que todo lo perceptible es esencialmente energía, materia universal que ni se crea ni se destruye. Lo que ocurre es que el todo está en permanente cambio: el universo de las cosas y su espacio envolvente.


Pero ¿puede el espacio estar existiendo desde siempre? Para muchos no es fácil aceptar eso.


¿Y el tiempo?


¿Alguna vez no ha existido el tiempo?


Hummm… Este enfoque del tiempo, si no estuviese profundizando como lo estoy haciendo, no lo captaría en toda esta relación… Si no hay tiempo concluye todo y no puede haber principio ni fin de nada!


Comúnmente se piensa que todas las cosas que existen tienen un comienzo en el espacio-tiempo. Intuyo entonces otro asunto. Al carecer de bordes, la totalidad del espacio-tiempo envolvente que atraviesa por todos sus poros al universo, resulta no ser una cosa en sí misma, puesto que todas las cosas forzosamente son y están delimitadas.


Por consiguiente, la noción de la totalidad envolvente… el Cosmos… no tiene plural; es la singularidad del estar intergaláctico que se expande y contrae en diferentes puntos como una respiración permanente. De hecho, ¿no son espirales expansivas e involutivas las galaxias? ¿No brillan incandescentes, formando sistemas y se apagan en millones de rocas inertes a la deriva de la gravitación cósmica?




El devenir


De modo que, vuelvo a pensar, ¿El espacio realmente surgió, en algún momento, de algo en un tiempo distinto? Si la regla básica universal es el devenir, la continuidad, el desenvolvimiento constante de innumerables procesos sucesivos, esa pregunta carece de sentido.


Además, la dimensión del espacio-tiempo sideral, al no ser el universo de las cosas que se desenvuelven en ella, es otro asunto que, si no me hubiese detenido a pensar en estas cuestiones, no llegaría a captarlo en medio de todo lo existente.


¿De dónde emerge entonces el espacio-tiempo? ¿Será acaso algo constante?


Si el espacio-tiempo brotara de algo diferente, a su vez, ese otro algo tendría que brotar de otro y éste otro de otro, y así sucesivamente, de manera evolutiva sin fin; en un vaivén, como una inconmensurable aspiración-expiración permanente. Pensarlo de un modo distinto a esta forma sería desplazar el meollo de la cuestión, desviarse de esa dialéctica obvia.




Desde otra perspectiva ¿Cómo podría el espacio surgir "en algún momento" de donde se supone no haber "nada"? ¿Es acaso posible que algo brote de lo que usualmente llamamos "la nada"? ¿Qué es realmente eso que estamos acostumbramos a creer como "la nada"?


Por definición, la palabra 'nada' es hueca. No indica referencialidad alguna y hace que mi conciencia rebote; que se devuelva de ése no-haber a éste, su auténtico ser y estar, evidente.


¿No resulta de todo eso un contrasentido tan imposible como pensar que el mundo en el cual vivimos exista desde siempre, si ya sabemos que el Sistema Solar, como sistema, tiene un origen y tendrá un final en esta galaxia que, a su vez, también desaparecerá? ¿Del todo a eso llamado "nada"?


Vuelvo a reflexionar. Las cosas tienen sus límites por los cuales las reconocemos. Pero el espacio sideral, el Cosmos, aún siendo algo singular carece de bordes; evoluciona e involuciona sin ser exactamente una cosa definida por estar en constante transformación.


Además, como evidente envase del universo, el Cosmos en su espacialidad sideral no es algo que se pueda idealizar… algo imaginario fantástico… Puesto que ya sabemos que, hasta nuestra imaginación está registrada en el sustrato iónico estructurado donde brotan las ideas: lo liminal en nuestra percepción; la energía misma, forjadora de las palabras, que nos permiten denominar y reproducir a través de fases evolutivas del entendimiento, la permanencia del espectro electro-magnético.




Al comprender así el espectro propio del entendimiento humano, capto su autonomía proveniente de nuestra oríginalidad esencial y me doy cuenta de los condicionamientos alienantes, a lo largo y ancho del mundo, difundidos por las limitadas lenguas de las proto-culturas iniciales… Que todavía abunden centros en los que se afirma que una deidad o divinidad universal fantástica sea "lo que ha creado al mundo", me parece entonces algo asombroso,


Al tratar de pensar en esa solución como alternativa obviamente mágica, vuelvo a caer en la misma interrogante… ¿Cabe aceptar que el espacio-tiempo sideral haya sido creado por una deidad desde un no-tiempo / no-espacio? O sea, ¿que la propia deidad se haya hecho, a sí misma, a partir de un no-ser / no-estar? ¿Desde lo inexistente hasta en la propia imaginería humana?


Aun cuando quisiera creer que tal divinidad pudiese haber dado origen todo esto y aquello, por más que lo afirme no puedo aceptar que se haya engendrado a sí misma, sin haber antes otra entidad desde la cual forzosamente ha debido emerger… Por el hecho de que no puede ser y no-ser simultáneamente en un vacío absoluto… el cual, por definición, tampoco existe.


Siento de nuevo que algo se rebela dentro de mí.


En definitiva quedarían dos alternativas fantásticas: que tal divinidad existe desde siempre o que jamás ha existido; correspondiendo entonces a un natural estadio como mero asunto mental, dado que las deidades, divinidades o dioses no son propiamente cosas, sino entidades ideadas por nosotros mismos, por nuestro afán de perfectibilidad permanente en nuestro quehacer. Asímismo veo entonces mi propia alma residente en mi imaginería, de cuya función me voy haciendo cada vez más consciente.


Descarto, pues, la alternativa de la creencia fácil en una deidad intemporal, al observar las cosas en su propio comienzo y fin dentro del espacio-tiempo envolvente de la totalidad del Cosmos permanente que las contiene y donde se transforman.


—¡Caray!


Vuelvo a mirar los mensajes.




"¿Quién eres tú?"


"¿De dónde viene todo?"


¡Vaya qué preguntas!


¿Y de dónde vienen estos mensajes?


Eso es igual de extraño.


¿Quién o qué ha podido arrancarme de lo cotidiano para ponerme, de repente, a observar lo que es el Cosmos envolvente y el universo de las cosas que contiene?


Esta tarde, en el transcurso de unas horas, me he topado dos preguntas y esa incógnita que me tiene de cabeza. Seguro que de alguna manera se relacionan, porque, hasta hoy creí tener una existencia ya definida, como pareciera tenerla cualquier mortal.


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Nota:


Damos inicio a una serie de trancripciones de un texto básico (Sophie's verden de J. Gaarder) para la comprensión filosófica del lector. Nuestro trabajo consiste en: 1. editar una versión libre y corregida al español, 2. adaptar la ficción para no plagiar la obra literaria, ampliando la historia de la Filosofía, 3. iniciar la cyberfilosofía en el ambiente del hypertexto y sus recursos audiovisuales, 4. con la finalidad de ampliar el analisis revolucionario de la ideología.

Filosofía 2. La Visión Mágica

Filosofar sólo requiere curiosidad y entusiasmo



Creo que quien envió los mensajes anónimos por el celular volverá a ponerse en contacto. Mientras tanto, tomaré con calma el asunto y seguiré programando uno o dos clones más en la plataforma de realidad virtual.


En el Instituto de Cibernética me resulta difícil concentrarme a veces en lo que dicen otros instructores. Pareciera que sólo hablan de cuestiones carentes de importancia. ¿Por qué no se plantea hablar sobre lo que somos los humanos, sobre de lo que realmente es este mundo y de dónde proviene todo esto? ¿Sólo programamos formas huecas?


Hoy tengo una sensación que nunca había experimentado… En el Instituto a mis colegas y alumnos les interesan más las trivialidades, aún cuando saben que hay asuntos más importantes que las disciplinas académicas que se están impartiendo y estudiando.


¿Conocerá alguien las respuestas a esas cuestiones filosóficas?


Me parece más importante entenderlas, que memorizar algunas materias como los tiempos verbales, las fórmulas matemáticas y copiar lo que otros dicen, para obtener un diploma.


-- Al sonar el timbre y concluir la última clase, me dirijo hacia el estacionamiento y voy tan de prisa, que Alba ha tenido que correr para alcanzarme…


Epalee! ¿Te vas a ir sin mí?


— ¿Vamos al centro esta tarde?


Me encogí de hombros.


Creo que no voy salir hoy.


Alba se ha quedado toda desconcertada.


— ¿Ah, no? ¿Y la tarjeta nueva para la computadora…?


Miré fijamente al asfalto y luego hacia mi asistente.




Siento que tampoco me interesa instalar nada hoy.


— ¡Y dale! Gabriel… ¿Podrías decirme qué te que pasa?


Negué con la cabeza y murmuré: Es… un secreto.


— ¡Ah caray! Así que andas en algo… Y yo flay! Muy bien.


Nos montamos en la moto sin decir más nada.




Cuando llegamos al condominio, me pidió la moto y Alba se despidió.


— Pues iré sola a buscar la tarjeta.


Sentí pena por haber herido a mi apreciada amiga. Pero ¿Qué podría haberle contestado? ¿Que de repente me interesa mucho más saber quién soy y de dónde proviene todo esto? ¿Qué ahora no tengo tiempo para distraerme? ¿Lo habría entendido?


¿Por qué ha de ser tan problemático interesarse por las cuestiones más importantes y de alguna manera más corrientes de todas?


Subí al estudio. Al abrir hoy el buzón de mensajes, vi un reporte del departamento de seguridad y dos archivos nuevos.


¿Cómo llegaron esos archivos si la intranet sólo se accesa con la clave y no hay constancia de nada?


Ciertamente esperaba algún mensaje igual de extraño y ahora descubro dos nuevos archivos. Uno que dice "Notificación. Plataforma en Proceso de Instalación. No abrir hasta recibir las instrucciones". Y éste otro: "Para Cyber".


Hum. El primero está encriptado. Tiene que provenir entonces del departamento de seguridad. Pero ¿y éste otro, para Cyber?


¿De cuándo a dónde un clon recibe mensajes?


Accesé al directorio para ver el nuevo archivo y leerlo.




Cyber se activó. Pareció querer decir algo… pero, simplemente se acercó sonriente a saludar como está programado.


El archivo contiene varias páginas y Cyber comenzó a leerlo. Para mi sombro total parece una lección!


¿Qué es filosofar?




"Estimado Cyber, sabemos que muchos usuarios en las áreas virtuales ahora tienen aficiones y pasatiempos diferentes programadas. Unos coleccionan videos; otros navegan y se retroalimentan entre sí; otros emplean la mayor parte del tiempo libre para edificar la ciudadela con paletas tridimensionales y la coloración de los paisajes.


Muchos contienen instrucciones muy variadas. Se les programa para automatizar arañas rastreadoras en sitios informativos o para construir mobiliarios en distintas dependencias. A otros les instalan narraciones y a otros temas de astrofísica o invenciones tecnológicas".


Claro, pienso, si en la vida real a alguien le interesan las películas de ciencia ficción o de aventuras, que se bajan con Frostwire, Limewire o eMule, no tiene por qué exigir a los demás que tengan los mismos gustos. Así como si alguien sigue con atención las telenovelas ha de tolerar que otros piensen que son aburridas.


Pero, ¿No habrá algo que le interese a todo el mundo por igual? ¿Algo que nos concierna a todos, independientemente de quiénes seamos o en qué parte del planeta vivamos?


Pues si, Cyber. Hay ciertas cuestiones que deberían interesar a todos. Y sobre ellas tratan estos asuntos que ahora comienzas a recibir.


Quedé absorto… Detuve a Cyber por un momento. El otro archivo con la nota creo que lo envió el Comando Seguridad… Pero éste, llegó apenas un segundo antes y pareciera no tener relación.


Cyber siguió leyendo.




¿Qué es lo más importante en la vida?


Si preguntamos a alguien que esté al borde del hambre, su respuesta obvia será "comer". Si hacemos la misma pregunta a quien tenga frío, responderá "el calor", y si le preguntamos a quien se sienta solitario, seguramente dirá, "tener compañía".


Mas, con todas esas necesidades cubiertas ¿No habrá algo más que todo el mundo necesite? Quienes filosofan saben que es así. Claro que no debemos pasar frío, que hay que comer y tener resguardo. Y no obstante, hay algo más. Cada quien necesita resolver qué y quiénes somos. Y por qué estamos aquí.


Interesarnos en por qué vivimos no es tan casual como, por ejemplo, recopilar temas sobre historia o leer noticias dispersas sobre sucesos. Quien se interese realmente en qué es vivir, descubrirá el hilo conductor que une y ha preocupado a la humanidad desde que comenzó a caminar sobre el planeta.


Cómo llegaron a ser el Cosmos, el universo, la Tierra y la vida son cuestiones básicas, más fundamentales que andar respondiendo del timbo al tambo por qué los fascistas y los stalinistas pierden las elecciones. Sirven, precisamente, para entenderlos mejor…


El Cosmos y la vida cómo llegaron a ser… ciertamente son preguntas inmensas. Pero el cómo comenzó a ser éste planeta es una pregunta mucho más concreta.


La mejor manera de aproximarnos entonces a tales interrogantes, es preguntarnos cómo se creó el mundo. ¿Acaso fue creado? ¿Es que realmente existe alguna voluntad o intencionalidad superior detrás de todo cuanto sucede? ¿Hay otras formas de vida después de la muerte?


¿Cómo podemos entonces formular soluciones para este tipo de cuestiones? Y ante todo ¿Cómo se debe vivir?


En todas las épocas se han formulado interrogantes de esta índole. No hay cultura alguna que no se haya ocupado de averiguar qué somos y de dónde proviene el mundo en el que convivimos.


En realidad, las preguntas fundamentales para filosofar no son muchas. Ya te he planteado algunas de las más importantes. Sin embargo, a lo largo de la historia han surgido tantas respuestas a cada una de esas cuestiones, que por ello hay demasiadas confusiones.


Es más fácil replantear entonces las preguntas que responderlas. Cada quien ha de descubrir las respuestas. Y esas respuestas deben ser objetivas.


¿Qué se entiende por respuestas objetivas?


En principio, no se trata de andar leyendo artículos sueltos, enciclopedias o fragmentos fuera de contextos para verificar, por ejemplo, si existe o no un dios o si hay otras formas de vida al morir.


Las bibliotecas y tantas cosas dispersas ahora por la red mundial en Internet, no proporcionan respuestas orgánicas o sistemáticas sobre cómo realmente debemos vivir. Aunque, a la hora de formarnos opiniones sobre la vida, puede ayudarnos lo que otros han pensado, en todo caso, una cosa es leer artículos de opinión y otra leer ensayos con análisis relacionados con ciertas teorías.


Detuve a Cyber de nuevo. ¿Respuestas objetivas, sistémicas…? ¿Opiniones y análisis? Y en los dos mensajes anteriores se habla de creencias… ¿Cómo es que se piensa entonces?


Cyber y yo… seguimos leyendo: La búsqueda de certidumbre, emprendida por los pensadores que entrenan para filosofar, se parece más a un relato detectivesco a base de conjeturas, donde unos opinan que el doctor tal es el asesino, mientras otros creen que fue el chofer quien mató a la señora cual con un candelabro en el comedor.


Pero, si se tratara de un auténtico caso policial es probable que un buen detective algún día llegue a descubrir el misterio, o puede ocurrir que nunca se llegue develar. Sin embargo, quienes aprenden a filosofar saben que todo misterio tiene su solución.




Por más difícil de responder que sea una cuestión, sólo puede haber una —y sólo una— respuesta correcta: O existimos después de la muerte o dejamos de existir.


A lo largo de los siglos muchos enigmas ancestrales han venido siendo aclarados y explicados de manera cada vez más razonable. Y aunque ciertas explicaciones aún no sean definitivas, vemos que muchas de las propuestas planteadas en el pasado difieren de las actuales, pues el conocimiento se va perfeccionando.


Durante mucho tiempo fue un misterio imaginar cómo era la parte oscura de la Luna. Cuestiones como esa eran difícilmente discutibles. Las respuestas dependían de la imaginación de cada quien, por no ser objetivas. Pero hoy ya sabemos con exactitud, no sólo cómo es la parte más lejana de la Luna, sino que hasta ha sido posible alunizar en su superficie. Nadie creería en estos tiempos que puedan vivir otros seres allí, además de nosotros, o que su suelo sea diferente al de la Tierra.




Hace acerca de dosmil seiscientos años, uno de los primeros maestros griegos, Tales de Mileto, dio inicio a una manera de pensar que fue tomando forma como consecuencia de su curiosidad al querer captar y comprender lo extraño que es nuestro existir y al observar el tipo de preguntas que afloraban, se eslabonaban y desencadenaban en ese sentido.


Comparándolo de una manera más sencilla, filosofar es parecido a un acto de magia en el que no entendemos cómo sucede lo que acabamos de ver y sorprendidos nos preguntamos cómo es que el prestidigitador logra convertir un par de pañuelos en un conejo vivo y coleando.


A muchas personas el devenir universal les resulta tan alucinante como el acto del prestidigitador que saca el conejo de un sombrero que se supone vacío. Pero sabemos que el ilusionista nos ha sugestionado de alguna manera y nos encantaría descubrir cómo logra hacerlo.




Tratándose del Cosmos, el asunto es un tanto diferente… Sabemos que no se trata de un acto ilusorio, puesto que nosotros mismos andamos con los pies en la Tierra y formamos parte del universo. Podrá haber alguna semejanza con el conejo sacado del sombrero, pero la diferencia es que éste no tiene la más mínima sensación o idea de participar en el acto de magia. Por lo mismo, comenzamos a pensar que participamos en algo muy enigmático y nos encantaría igualmente descubrir semejante misterio.


El sombrero y el conejo nos sirven entonces para imaginar el espacio cósmico envolvente y el universo contenido en él, a quienes nos vemos en este planeta como insectos dentro la mullida piel del conejo, y a los filósofos como grillos que brincan hasta las puntas de los pelos, para mirar directo a los ojos al supremo ilusionista.


— ¿Me sigues, Cyber…?


— "Claro". Me respondo a mi mismo… No recuerdo haber respirado durante toda la lectura. Pero ¿Quién envió este archivo y los dos mensajes anteriores? No puede ser la misma fuente que envió la plataforma que se está instalando sin haberme informado previamente. Y lo extraño de que este archivo haya sido enviado directamente a Cyber…


Imagino que saben que Cyber es un prototipo de mi persona virtual mediante la data programada en su inteligencia artificial… Pero ¿Cómo? Si es un proyecto secreto, resguardado por el Departamento de Seguridad.


… Son apenas las tres menos cuarto. Faltan casi dos horas para que Alba regrese al estudio…


Acaba de llegar otro archivo. Dije a Cyber que escaneara toda la data en la memoria. No detectó nada, ningún elemento ajeno al proyecto, sólo un zumbido en el disco duro, pero, todo parece normal… No es posible encontrar nada si alguien está utilizando las claves sin dejar rastros. Estos mensajes y archivos deben provenir del Departamento de Seguridad. Pero ¿por qué no me están informando de nada de lo que está ocurriendo?


Hice otra inmersión y Cyber comenzó al leer el recién llegado archivo.


Un ser extraño


Aquí estoy de nuevo Cyber. Como ves, la información irá llegando en entregas sucesivas. He aquí otros comentarios, a manera de introducción:


¿Te dije que, lo que requerimos para filosofar es la curiosidad?




Si no lo dije, lo digo ahora: Lo único que requerimos para filosofar es despertar la curiosidad. Todos los niños poseen esta facultad. Tras unos cuantos meses de haber nacido emergen a una realidad totalmente nueva para ellos. Pero a medida que van creciendo esa capacidad pareciera disminuir… ¿A qué se deberá? ¿Sabes la respuesta a esta pregunta?


Si un recién nacido pudiera hablar, probablemente diría algo sobre el extraño mundo al que ha llegado; porque, aún cuando los recién nacidos no sepan hablar, vemos como miran, como gesticulan, señalando las cosas a su alrededor y cómo intentan asirlas con curiosidad.




Cuando un nené comienza a hablar, se empina y grita "guau-guau-guau!" cada vez que ve un perro, vemos como salta en su coche, agitando los brazos y gritando "guau-guau, guau-guau!" Y los mayores un tanto agobiados ante semejante entusiasmo respondemos… "Sí, sí, es un guau-guau", muy conocedores del mundo… "Pero tienes que estarte quietecito ahí en el coche". Ya no sentimos el mismo entusiasmo, hemos visto demasiados perros…




Seguramente el episodio del gran entusiasmo se repetirá unas cuantas veces más, antes de que el niño comience a ver pasar los perros y los demás animales sin perder los estribos. Y así, antes de que haya aprendido a hablar del todo, y mucho antes de aprender a pensar… el mundo se le habrá convertido en algo habitual.


Qué pena ¿verdad?


Lo que nos preocupa ahora Cyber, es que comiences a ser una de esas formas cibernéticas en un mundo ya programado de esa manera. Y para asegurarnos de que no sea así, comencemos con un par de experimentos filosóficos, antes de entrar en materia.


Imaginemos que andas por la selva alrededor de la ciudadela que se está construyendo y que, de repente, una nave espacial se estaciona ante tí, de la que desciende un extraterrestre que se queda ahí, estático, mirándote.




Detuve a Cyber. Cyber no puede responder esas cosas, su inteligencia programada no llega hasta ahí. Veo que me están llevando a instalarle lo que dicen. Hay que pasarlo a su codificación y responder por él. Evidentemente, las preguntas son para mí. Que ingeniosos!


Eso es! Activaré el transcriptor. Grabaré todo lo que Cyber lea y responderé por el micrófono.


Listo!


Cyber volvió a activarse.


¿Qué pensarías al verte en semejante situación?


No importa lo que respondas en este momento. Pero ¿se te ocurriría alguna vez pensar que tú fueras un extraterrestre? Ciertamente, no es muy probable que llegues a toparte con un ser de otro mundo. Ni siquiera sabemos aún si hay vida inteligente en los demás planetas.


En cambio, puede ocurrir que llegues a toparte contigo mismo. Que un buen día de estos te detengas de pronto y te veas de una manera totalmente diferente. Que, dando un simple paseo, se te ocurra pensar:




“Yo soy una criatura bien extraña…” Como si despertaras de un largo letargo y te preguntaras…


¿Pero quién soy realmente?


Al sentirte entonces por tu cuenta sobre uno de los planetas en el universo ¿Qué vendría a ser para tí el Cosmos, el espacio sideral?


Viéndote de esa manera, descubrirías algo similar al extraterrestre que se ha quedado ahí, estático, observándote. No sólo verías otro ser del espacio sideral sino que sentirías que eres tan extraño como él.


¿Me copias, Cyber?


El segundo experimento es más sencillo:


Tienes tres años…


Para mi sorpresa, Cyber se ha transformado en un niño!


Tu mamá, tu papá y tú, que apenas tienes tres añitos, se encuentran sentados, desayunando. Tu mamá se levanta de la mesa; va hasta la despensa, y de repente papá comienza a flotar en el aire, mientras tú te le quedas mirando.


¿Qué piensas Cybercito en éste momento? Quizás, señalando a papá, digas…


— ¡Papi ta'volando!


Caray! acabo de aparecer yo, como su papá, flotando!




Naturalmente, te soprenderías. Pero tu papá suele sorprenderte a cada rato. Hace tantas cosas curiosas, que un vuelo sobre la mesa, durante el desayuno, no sería tan raro para tí, pues a veces él se trepa hasta el techo para girar la antena parabólica o mete la cabeza en el motor del automóvil y la saca toda engrasada; o se pone espuma y se pasa una rasuradora para quitarse los pelos de la cara…


Al oír lo que acabas de decir, tu mamá ha volteado.


¿Cómo reacciona al ver a tu papá, flotando alrededor de la mesa?


En el acto soltará el tarro de mermelada y pegará un grito, llena de espanto. Y hasta puede que necesite algo de tratamiento, cuando él haya descendido de nuevo a su silla. ¡Tu papá debería saber que debe permanecer sentado mientras desayunan!


¿Por qué son tan distintas tu reacción y la de tu mamá?


Ello tiene que ver con las costumbres y el hábito. Anota esto, Cyber:


Desde hace mucho tiempo, tu mamá aprendió que los humanos no vuelan. En cambio, tú aún no lo sabes. Y vacilas entre lo que se puede y lo que no se puede hacer en el mundo terrenal.


¿Y el mundo en sí, Cyber? ¿Se encuentra también flotando libremente en el espacio?


Lo lamentable es que, no sólo nos habituamos a la gravitación universal, conforme vamos haciéndonos mayores, sino que al mismo tiempo nos vamos acostumbrando al mundo tal y como se nos presenta. Como si a lo largo de nuestro crecimiento fuésemos perdiendo la facultad de asombrarnos. De ser así, vamos perdiendo entonces algo esencial. Algo que los filósofos saben despertar en la gente. Que nos hace sentir que la vida es realmente un gran enigma. Algo que hemos intuido, incluso, mucho antes de aprender a pensarlo.


Puntualicemos:


Las preguntas filosóficas, por ser objetivas, nos conciernen a todos por igual, aún cuando no todos nos volvamos filósofos. Por diversas razones la inmensa mayoría de la gente en el planeta se aferra tanto a lo cotidiano, que su extrañeza ante las cosas de la vida se va quedando relegada a un segundo plano. Se van acomodando dentro de la piel del conejo, de tal manera, que se quedan mullidamente allí por el resto de sus vidas.


Para los niños, el mundo y cuanto hay en él, son novedades que los maravillan, no siendo lo mismo para la mayoría de los adultos que lo experimentan como algo ya ordinario. Y éste es precisamente el punto en que los curiosos constituyen la excepción; pues, nunca se habitúan al mundo ya dado. Y por ello se vuelven cada vez más conscientes, pasando así a la vanguardia. Para ellos el mundo sigue siendo algo inconmensurable y enigmático que requiere indagar en él. Por consiguiente, los pensadores que filosofan y los niños tienen en común esta importante facultad. Podemos decir que, durante toda su vida, al filosofar se mantienen tan sensibles como los niños.




De manera que puedes elegir, estimado Cyber, entre ser alguien que jamás llegará a conocer el mundo tal y como es en cada momento, o comenzar progresivamente a irlo conociendo.


Si no alcanzas a reconocerte en ese niño y en ese pensador, te has ya habituado tanto, que el mundo ha dejado de asombrarte y se te está volviendo ironía, hasta que te vuelvas totalmente escéptico y te resignes a tu impotencia. De ser así, corres un peligro inminente en un mundo sujeto a revoluciones. Por eso estás recibiendo estos archivos, para asegurarnos. No conviene que te desconciertes entre los indiferentes, sino que poseas una vida alerta y de cara al devenir que nos concierne.


Recibirás mas información en forma secuencial. Si ya estás siendo programado como ese otro tipo de ser, no habrá ningún compromiso si no te interesan estas cuestiones. Y si en algun momento resolvieras abortar esta comunicación, estarás en todo tu derecho. Tu programación seguirá de manera automática las reglas que estamos enviando y otras podrá reformularlas Gabriel por sí mismo.


Para resumir:


Consideremos entonces un conejo tan inmenso, que el acto de magia se está tomando miles millones de años; que en su piel nacen y se mantienen las criaturas humanas y por ello, en su gran mayoría, no son capaces de maravillarse ante semejante acto de magia. Que, conforme van viviendo se van arrellanando en la mullida pelambre, a su gusto y entender, que ya ni se les ocurre siquiera ver por dónde andan, incluso hasta creer que los relojes y el calendario marcan la hora exacta y el día verdadero. Y que sólo los pensadores que filosofan emprenden el singular vuelo hacia las fronteras y umbrales de las palabras y el entendimiento. Entre ellos, algunos también se van quedando por el camino, mientras otros se aferran al subir por los gigantescos pelillos, gritando y tratando de alertar a los que se quedan apoltronados, consumiendo cuanto encuentran.


— "¡Damas y caballeros!"


Gritan los audaces pensadores.


— "¡Flotamos en el tiempo y el espacio!"


Pero, los apoltronados ni les oyen.


— "¡Qué pesados esos filósofos…!"


Prosiguiendo, como si nada…


—"¿Cómo va la bolsa de valores? ¿En cuánto amaneció el barril de petróleo? ¿Cuanto valen hoy mis acciones? ¿Nos aumentarán el sueldo?


Cyber terminó de leer, dijo "Hasta luego" haciendo un gesto no la mano volvió y volvió a sus tareas.


Ahora, tanto Yo, como Cyber, andamos ahora con todas estas ideas bailando en la cabeza. Albi debe estar por llegar. Los mensajes del misterioso mensajero los encripté y los guardé como archivos invisibles. Intento proseguir con la pautada de trabajo. Pero sigo meditando sobre todo lo que he leído… ¿O fue Cyber realmente quien leyó…?


Hay tantas cosas en las que nunca había pensado… Últimamente, sumido en la planificación de la nueva ciudadela virtual proyectada en la red; del rediseño de Cyber y de otros clones; y durante tanto tiempo, siguiendo el plan de estudios en el Instituto, sin duda había comenzado definitivamente a adentrarme en la piel del conejo. Pero alguien, de pronto, me ha alertado y llevado hasta la punta de un pelo de la mullida pelambre donde había jugado cuando era niño. Y desde alli he vuelto la mirada hacia el mundo, como lo había contemplado por primera vez.


Un extraño en la red ha comenzado a rescatarme. No cabe duda. El mismo desconocido remitente de los dos mensajes anteriores, ahora me ha advertido sobre la indiferencia en la vida cotidiana.


Llegó Alba, son las cinco. Se sentó. Encendió su computadora… Instaló la tarjeta y probó el nuevo equipo…




Al entrar a la programación de la ciudadela, Cyber la saluda como de costumbre. Y seguidamente, en vez de pasarle el reporte habitual, le ha dicho:


Alba ¿No te parece extraordinario vivir…?


Uy! No pensé en Cyber! No puedo detenerlo en el terminal de Alba!


Ella se ha quedado aturdida. No sabe qué responder.


— Y en su sorpresa… le responde. A veces sí…


¿A veces? ¿No te parece asombroso existir en el mundo?


— Pero, Cyber… ¿Qué me quieres decir?


¿Te parece entonces algo totalmente normal?


— Pues, claro que lo es! Por regla general al menos…


Al oír el diálogo entre Cyber y Alba, veo que el extraño remitente tiene razón. Para la mayoría de la gente, el mundo es algo tan asentado que Alba parece ya haberse sumergido de una vez por todas en el sueño de la Bella Durmiente…


Hum! Te has habituado tanto al mundo, que ya te ha dejado de maravillar. Prosiguió Cyber.


— ¿Cómo dices?


Digo que te has habituado tanto al mundo, que andas en el no-espacio, no-tiempo.


— Cyber! No deberías hablar así. Esa no es tu programación normal.


¿Qué está pasando?


Y Cyber fue más allá… Entonces, lo diré de otra manera: Te has apoltronado tan cómodamente en la mullida piel del conejo que está saliendo del inmenso sombrero del espacio sideral, que ahora vas a hojear la pauta de trabajo, después pondrás a calentar una pizza en el microondas y luego de media hora de descanso te pondrás a programar tus rutinas hasta que llegue la hora de dormir…


Una expresión de desconcierto afloró en la cara de Alba y volteó hacia mí.


— Gabriel. No quisiste ir a buscar la tarjeta para el equipo. Me dijiste que andas en una vaina, sin más explicaciones… Y a ahora me sales con esas cuestiones a través de Cyber.


Como estaba previsto, Alba hojeó la pauta, se paró a calentar la pizza. Al cabo de un rato volvió al estudio con un par de platos servidos; desactivó a Cyber… y me emplazó de frente.


— Tenemos que aclarar un asunto, panita. Comenzó a decir…




— Yo no sé en qué andarás querido amigo, ni lo voy a preguntar. Pero no me vengas encima de eso con ironías. Y punto. Por lo demás, seré paciente y el cariño es el mismo. Pero tú sabes que todo esto tendré que reportarlo…


Comprendiendo su situación y conociendo su carácter, le respondí con una sonrisa amable.


— En estos tiempos se puede esperar de todo… Ya veremos…


Tuve que guardar silencio.


Seguimos trabajando. No se habló más en la tarde, ni de proyectos, ni de conejos cósmicos.


— Que vaina con Cyber. No es la primera vez que se sale de control. Y ahora resulta que además tengo un clon impertinente.